Glaucoma

La Tensión Ocular normal suele ser menor de 20. Un aumento puede causar un Glaucoma. Medimos tu Tensión Ocular y efectúamos el resto de pruebas

¿Qué es el Glaucoma?

El Glaucoma es una enfermedad que se caracteriza por un daño progresivo en el nervio óptico. Como consecuencia de ello, la visión periférica puede dañarse en los estadios iniciales. Si se deja progresar, el daño visual puede avanzar hasta reducir la visión central en las fases más avanzadas.

Es la segunda causa de ceguera a nivel mundial, después de las Cataratas. En este caso, es más grave que las Cataratas porque no puede revertirse el daño establecido, sólo puede reducirse la progresión. 

Realizar revisiones periódicas es de vital importancia para poder reducir el impacto de la patología, sobre todo a partir de edades comprendidas entre los 40 y 60 años o si se tienen antecedentes familiares. Aún con el adecuado control, un 10% de los casos pueden progresar. El principal factor modificable es el control de la Tensión Ocular, pero el Oftalmólogo le recomendará también mejorar los hábitos de vida saludables, reduciendo el tabaco y alcohol.

Glaucoma e Hipertensión Ocular

El Glaucoma es una enfermedad compleja en la que intervienen varios factores y cuyas características principales están vinculadas con un deterioro del nervio óptico y una pérdida del campo de visión.

La Hipertensión Ocular se asocia, en la mayoría de los casos, al desarrollo de esta enfermedad. Sin embargo, pacientes con una presión intraocular normal también pueden desarrollar Glaucoma.

¿Qué es la Tensión Ocular?

La Tensión Ocular es el tono interno del ojo. Se considera normal un valor inferior a 21 mmHg. Sin embargo, se trata de un valor medio estadístico que hay que particularizar para cada paciente, y contrastarlo con medidas anteriores o con el grosor corneal. En ningún caso una toma aislada con un valor ligeramente superior debe considerarse directamente una enfermedad. Ante un aumento o cambio de la Tensión Ocular, debe comprobarse el resto del ojo y hacerse un seguimiento en el tiempo para detectar cualquier daño del Nervio Óptico.

Entre las personas que tienen más probabilidades de desarrollar Hipertensión Ocular, podemos encontrar:

  • Antecedentes familiares de Glaucoma.
  • Edad superior a 60 años.
  • Personas de raza negra o de origen asiático.
  • Graduaciones altas de miopía o hipermetropía.

La Hipertensión Ocular es provocada por un mal equilibrio entre la alta producción o escaso drenaje del líquido interior del ojo, denominado Humor Acuoso. Ante una Hipertensión Ocular confirmada, determinada como un valor de Tensión Ocular superior a 21 mmHg sostenido, debemos vigilar que no se inicie el desarrollo del Glaucoma. 

  • Los casos de Hipertensión Ocular sin signos de enfermedad no suelen requerir tratamiento, solamente revisiones anuales.
  • Si se detecta un inicio de daño de Nervio Óptico, se diagnostica Glaucoma. Según el caso, se deberá iniciar el tratamiento mediante colirio, láser o cirugía.

El aumento de la Tensión Ocular suele ser progresivo en los casos más frecuentes, que son los Glaucomas Crónicos. Las personas mayores tienen más predisposiciones a desarrollarlo. Sin embargo, también puede darse en pacientes más jóvenes, e incluso de manera abrupta en los casos de Glaucoma Agudo. Por ello, una consulta de revisión es muy recomendable para descartar factores de riesgo como un Ojo Pequeño con una circulación interna comprometida. 

Pruebas para diagnosticar el Glaucoma

Entre las diferentes pruebas para diagnosticar el glaucoma podemos encontrar:

Medición de la presión intraocular (Tonometría)

La presión intraocular supone el factor de riesgo más importante para el desarrollo de la enfermedad. Puede hacerse mediante un líquido colorante, un soplo de aire o un contacto con una sonda.

Medición del grosor corneal (Paquimetría)

La paquimetría es una prueba que mide el espesor de la córnea. Se puede hacer mediante contacto o técnicas de no contacto, en nuestro centro optamos por las técnicas sin contacto.

Estudio de la visión periférica (Campimetría)

La pérdida de visión periférica es uno de los primeros síntomas del Glaucoma. Esta prueba detecta si existe un defecto periférico o central y estima su progresión.

Análisis de Nervio Óptico (OCT)

Gracias a esta prueba, podemos escanear el nervio óptico y compararlo con los valores de referencia. De esta manera, controlamos su estado vital y podemos prevenir futuras complicaciones.

Análisis de Capa de Células Ganglionares (OCT de Células Ganglionares)

Se trata de una de las pruebas más recientes y con más avales en la actualidad. Este análisis revela cómo se pierden las células de transmisión en el ojo de una manera acelerada.

Tratamientos para el Glaucoma

Medidas Generales

Lo primero que tenemos que plantearnos es mejorar los hábitos de vida. Es muy recomendable cuidar la dieta, el ejercicio, dejar el tabaco y el consumo excesivo de alcohol. Estas medidas protegen  y fortalecen el sistema cardiovascular que proporcionará un mejor riego del nervio óptico. 

Gotas para el Glaucoma

El uso de colirios supone la primera línea de tratamiento. Existen diferentes compuestos para aumentar la salida de líquido intraocular o para reducir su producción. El especialista le recomendará el tipo de tratamiento óptico, ya que muchos provocan efectos adversos a nivel ocular o sistémico. Por ello, tras recetar, se hacen controles para valorar su efectividad y tolerancia.

Láser para el Glaucoma

Existen varios tipos de tratamiento mediante Láser para el Glaucoma. Se basan en tres clases de Láser: Excímer, YAG y Argón. Aunque existen muchas técnicas, y su explicación es muy técnica, en general el objeto es el mismo: mejorar el flujo del humor acuoso que aumenta en la hipertensión ocular.

El tratamiento más frecuente es la iridotomía periférica. Consiste en realizar unas pequeñas aperturas en el iris para mejorar el flujo y, sobre todo, evitar «atascos» puntuales que provocan ataques de glaucoma agudo. Esta situación suele darse en ojos pequeños.

Operación para el Glaucoma

Cuando las anteriores medidas no son efectivas o no lo son suficientemente, el oculista le recomendará intervenir. El objetivo vuelve a ser, como siempre, reducir la presión ocular. Existen técnicas variadas:

Implantes de prótesis artificiales minúsculas

Es la técnica menos invasiva, pero también la más limitada en su efectividad. Puede ser una buena indicación para casos leves o como primer abordaje.

Cirugía filtrante

Se crea una pequeña fístula por la que el contenido acuoso excesivo se puede drenar regulando, de esta forma, la tensión ocular. Existen dos subtipos: la Trabeculectomía, y la Esclerectomía Profunda No Penetrante EPNP). La primera es más agresiva y, según algunos estudios, más efectiva que la segunda. Sin embargo, ambos tipos se emplean indistintamente según el cirujano y son bastante similares para el paciente. Requieren una buena vigilancia tras la operación.

Válvulas artificiales

Se reservan para los casos más graves y refractarios a los tratamientos anteriores. Son unas prótesis artificiales que mediante un pequeño tubo sacan del interior del ojo el líquido excesivo.

Procedimientos Ciclodestructivos

En realidad es una intervención en la que se usa Láser, pero con idea de destruir la zona de producción de acuoso. Es una técnica generalmente reservada a casos sin visión y con tensiones altas que no se consiguen controlar de otro modo y pueden llegar a ser casos problemáticos por el dolor que generan. El más frecuente es la CicloFotoCoagulación (CFC) láser.

Un tratamiento para cada Glaucoma

Existen muchos tratamientos del glaucoma que pueden combinarse entre sí. Por ello, lo recomendable es consultar a un profesional de la salud ocular que elegirá la mejor opción.

Ponemos a tu disposición todos los tratamientos descritos, siempre con la mayor seguridad para preservar tu visión.

Preguntas frecuentes

Sí. El glaucoma es una patología multifactorial que necesita algún sustrato genético sobre la que los agentes externos ayudan a desencadenar la aparición de la enfermedad.

Sí. Actualmente existen técnicas muy avanzadas que pueden mejorar la patología mediante una intervención quirúrgica.

La intervención de glaucoma consiste en abrir una nueva vía para que el humor acuoso pueda liberarse y no quede retenido dentro del ojo. De esta manera, la presión intraocular se equilibra y no hay variaciones que puedan dañar el nervio que afecta a la visión.

Aunque la pérdida de visión no es recuperable, con un buen diagnóstico y el tratamiento adecuado el glaucoma puede controlarse.

Aunque el glaucoma en sí no es una causa de la miopía, constituye un factor de riesgo para desarrollarlo.

En la actualidad, existen diferentes tipos de pruebas para confirmar el glaucoma.

Existe una predisposición genética y, por lo tanto, es interesante que los familiares de pacientes diagnosticados de glaucoma se sometan a una revisión rutinaria.

La visión perdida no puede volver a recuperarse, incluso tras someterse a una operación. Sin embargo, esta intervención ayudará a que la visión no siga deteriorándose y aliviará la presión intraocular del ojo afectado.

El glaucoma suele desarrollarse a partir de los 60 años de edad y tiene un componente hereditario. Por lo tanto, si alguien de tu familia padece o ha padecido esta afección, es recomendable hacerse revisiones periódicas, sobre todo, al alcanzar esta edad.

Existen dos subgrupos de glaucoma más comunes:

Glaucoma primario de ángulo abierto

En esta afección, la presión interna del ojo es de progresión lenta. La pérdida de visión avanza de manera lenta pero continuada. Por ello, es uno de los subgrupos de glaucoma que más cuestan diagnosticar debido a que el paciente no acude al especialista hasta que la pérdida de visión sea muy pronunciada.

Glaucoma primario de ángulo cerrado

En este subgrupo de glaucoma, la presión intraocular aumenta de manera abrupta y suele cursar con dolor incapacitante. El paciente nota halos y/o deslumbramientos que suelen acompañarse de dolor de cabeza, náuseas o vómitos.

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